El búcaro roto
El búcaro en que muere esa flor pura
un golpe de abanico lo quebró,
y tan ligera fue la rozadura
que ni el más leve ruido se advirtió.
Pero la leve e imperceptible grieta,
con marcha lenta y precisión fatal,
prosiguiendo, tenaz, la obra secreta
rodeó todo el circuito de cristal.
El agua fue cayendo gota a gota
y hoy la espléndida flor marchita veis.
Aún nadie lo sabe ni lo toca,
roto el búcaro está, ¡no lo toquéis!
Así, a veces, la mano más querida
nos roza sutilmente el corazón
y lenta se abre la secreta herida
y se mustia la flor de la ilusión.
Todos lo juzgan sano, entero, fuerte,
mas la oculta lesión creciendo va,
nadie su mal desconocido advierte,
pero ¡no lo toquéis! roto está ya.
ROSARIO ABIA
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